Si hay algo que saco en claro de lo que leo y de lo que
escribo, es que los escritores ―por mucho que intentemos aprender, cambiar, variar
el estilo y la temática―, siempre volvemos a nuestras obsesiones. Nosotros
orbitamos en torno a ellas como lo haríamos alrededor de un agujero negro,
acercándonos poco a poco con cada vuelta, hasta llegar al punto de no retorno
tras el que no hay escapatoria posible.
En física eso se llama horizonte de sucesos. En la vida no
creo que haya un horizonte de sucesos mas evidente que la muerte. No creo que
haya un elemento sobre el que se hayan escrito más versos ni más libros. Quizás
sólo el amor. Y éstas “Dark Fantasies”
son una buena muestra de ello.
Porque en este libro la muerte es omnipresente, pero la
aproximación que los autores hacen a la parca es siempre a través de la
fantasía, a través de ese filtro que suaviza y engalana el horror, que lo hace
atractivo y menos doloroso, que lo hace menos definitivo y por tanto más
llevadero, que consigue un imposible, hacernos leer y reflexionar con un
disfrute casi culpable a cerca de algo que debiera quitarnos el sueño.
El resultado es simplemente fascinante, pero sinceramente no
me sorprende, porque aquí hay escritores muy buenos. Aquí está mi admirada Elia
Barceló, está también Víctor Selles ―si no conoces su blog y eres juntaletras te
estas perdiendo algo grande―, y Alfredo Álamo. La carta de presentación es
inmejorable.
Y es que la antología está dividida en dos, una primera parte dedicada
a relatos originalmente escritos en lengua inglesa ―fantásticamente traducidos―
y una segunda parte dedicada a autores y autoras españolas.
Entre los foráneos destaco estos relatos que me han hecho
disfrutar; «Hijas hambrientas de madres
famélicas», de Alyssa Wong, ―historia casi gastronómica, resulta que la
podredumbre del alma otorga a la misma un “bouquet”
embriagador―, «Cántame tus cicatrices», de Damien
Angelica Walters ―donde se da una claustrofóbica vuelta de tuerca al mito de Frankenstein―,
«Tu suffering nos protegerá», de Mercurio
D. Rivera ―bello en su spanglish y oscuro en su trama, muestra a las claras
cómo nuestras creencias pueden convertirnos en monstruos―, «Corriente
y remanso», de Caroline M Yoachim ―la muerte otra vez, pero desde una
perspectiva corta, lírica, poética y bella―, y por último el que más me ha
gustado de todos «El mar de árboles»
de Rachel Swirsky ―enorme en su historia, en su dolor, en su entorno, capaz de
dar un toque de terror, de oscuridad, a esa escuela, a esa forma de contar las
cosas que disfraza la fantasía de realismo y que tiene en su máximo exponente
al maestro Ken Liu, poca broma con esto―.
«Cuando alcanzamos a vislumbrar la luz del sol, la arboleda se
espesa.
Tras descender por el roquedal, la arboleda se espesa.
Tomemos la ruta que tomemos, la arboleda se espesa.
Cada vez que esto sucede giro sobre mis talones y lo intento
por otro camino. El corazón se me acelera. Tengo la boca seca. Me digo a mí
misma que lo único que ocurre es que estoy perdida. Que encontraré el camino.
Pero yo ya lo sé: no hay salida.
Los árboles nos han reclamado para sí. »
Por parte española destaco: «Antemusa Bar & Club», de Víctor Selles ―redondo, comprometido,
vibrante y bien escrito, tira con bala, porque no hay que ser un genio para
trasladar sus sirenas al mundo real―, «Humo
y espejos», de Elia Barceló ―terrorífico en su trama y en su metáfora,
aterra ver cómo nos comportamos a veces los humanos, como corderos en la línea
del matadero, alegres porque nos hacen un truco de magia antes de apiolarnos―
y «Cuchara
de plata», de Alfredo Álamo ―por su originalidad, porque hay reyes, reinas
y toneladas de fantasía hasta en el barrio, junto a las ratas, las jeringas,
los descampados y los tipos con mucho
trap y mucho jaco en las venas―.
«—Di tu precio, muerto. Pero cuidado con lo que pides, no sea
que tenga que llevarte yo mismo al infierno.
—No tienes poder aquí, rey de las ratas. ¡Exijo justiprecio!
Que ella sea mi guía al inframundo. ¡Me lo debes! ¡Cuchara de plata!»
Destacar también la labor de Mariano Villarreal, el responsable
que se esconde tras la selección de esta estupenda antología, es justo resaltar
su trabajo porque sospecho que los conocimientos de este hombre con respecto a
la literatura de género son enciclopédicos. Personalmente me apunto el resto de
libros de Nova Fantástica en mi
libreta de lecturas pendientes. También conviene destacar la portada de Tullius
Heuer porque es cojonuda, tétrica y sexual, muy en la línea de las historias
que envuelve.
Ésta es la última de las reseñas que hago para la edición de
los Premios Guillermo de Baskerville2017 de la revista de literatura independiente Libros Prohibidos, en la categoría de novela corta y en la de libro
de relatos. Han sido tres meses de intenso disfrute e intensa lectura que sólo
en contadas ocasiones me ha decepcionado.
Es de bien nacido ser agradecido, así que sólo queda decir al
señor Javier Miró de Libros Prohibidos,
a las editoriales Cerbero, Sportula,
Orciny, Nevsky, Páginas de Espuma,
y a los propios autores autoeditados,
muchas gracias por todo, por facilitarme los libros y por valorar positivamente
mi opinión.
Hasta la próxima.