Dicen que
los gatos negros traen mala suerte, aunque supongo que eso es algo que no notas
cuando eres un gato negro. Probablemente te acostumbras. A menos que además de
gato negro, seas uno de ésos detectives privados de novela noir que actúan como un jodido imán para las miserias humanas.
Lo cual tiene
su puntito paradójico, una de esas metáforas dentro de una metáfora, una broma
de muy buen gusto que quiere volar tu tierna cabeza como un calibre 45, porque
en Blacksad no encontrarás humanos, pero sí muchos animales humanizados y
deshumanizados a la vez. Humanizados por fuera, pero deshumanizados por dentro.
Con ese gusto por condición predadora que sólo el homo sapiens domina a la perfección.
Y es que
Blacksad es un cómic bonito por fuera, compuesto por bellísimas ilustraciones.
Colores, luces y sombras. Rápido. Brutal y precioso. Su ambientación en la
américa de los años 50 es apabullante. Pero también es negro por dentro, con
esa negrura clásica, ése respeto por la ortodoxia noir que hace segregar saliva al que esto escribe.
He tenido la
suerte de cruzarme con un volumen recopilatorio de la saga y ahora lo guardo
con primor en mi biblioteca. Como lo haría con una joya. Porque lo es, diez
años de trabajo de sus autores ―Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido―, editados
con mimo por Norma Editorial.
Un volumen
integral de una obra que se merece cada uno de los premios que ha recibido, que han sido
muchos pero no demasiados, no atendiendo a la calidad que atesora.