En 1959 una
jovencísima Kim Novak comenzaba a brillar en Hollywood, tanto que la revista
Life decidió ofrecerle la portada de uno de sus números; Leonard Mc Combe se
encargó de fotografiar a la estrella, acompañándola en sus rutinas diarias
durante un par de semanas.
Durante aquellos
días la mujer hizo multitud de posados, aunque sin duda, la mejor foto
esperaba en el lugar más inesperado, en el vagón restaurante de un tren de vuelta a New York; una imagen
desenfocada que se olvida de Novak, centrándose, indiscreta, en lo que ocurre
detrás.
Las miradas de
los hombres solitarios del vagón son un libro abierto, un poema triste que
habla de certezas, de lascivia y de anhelos imposibles, sentimientos mágicamente
condensados, capturados y expuestos al público sin la más mínima piedad.
Via LIFE