El siguiente texto ha resultado ganador del segundo premio de relato corto del XII Certamen Fernando Quiñones del ayuntamiento de Cádiz
I.-
Es evidente, está
claro, el mierda de Chuck Norris no tiene nada que hacer contra John Rambo, si
algún día llegan a enfrentarse, si es que aún siguen vivos, probablemente el
rubio duraría uno o dos minutos, dando saltitos y pataditas, esquivando golpes
como una rata en celo antes de encontrarse con una flecha de punta explosiva
clavada en los huevos; porque si Chuck mata a cientos, John mata a miles; sus
enemigos se lo hacen encima con solo oír su nombre, un chorretón marrón oscuro
escurriendo piernas abajo al escuchar en el aire las cinco letras mágicas, R A
M B O; entiéndelo Felicité, a ti te gusta el rubio porque lo ves guapo, porque
es rico, pero es un hecho, no tiene ninguna posibilidad; puede que sepa un par
de trucos pero, de poco le servirían, te lo garantizo, se de lo que me hablo,
no en vano soy un gran guerrero, un gran “kadogo”; mira mis músculos, aún son
pequeños, aún parecen frágiles y flacos, pero son como una semilla de un gran
árbol, dispuestos a crecer sin medida, no te rías, no seas puta, un buen día
engordarán, pronto serán como los de Rambo, harán que sea capaz de cargar una
persona en cada brazo, harán que pueda partir un cráneo con la mano desnuda,
harán que los enemigos me teman, como a la peste; tu también debieras tenerme
miedo, ahora te ríes, pero espera a que el comandante se canse de ti, para
entonces más te vale no tener esa risa floja tuya, por lo que pueda pasar,
debieras mostrarme más respeto; por ahora dejaré pasar tus burlas, es lo que
conviene, ahora fuma, Felicité, fuma, que es buen “bangui”, potente, te sube
desde las tripas primero hasta la garganta y después hasta el cerebro, parece
como si lo empapara todo de repente, si pegas más de dos caladas seguidas
toses, pero luego el mundo se pone del revés y olvidas el dolor, y los
temblores; malditos temblores, no
soy capaz de mantener la mano quieta, mira como se mueve el canuto sobre mis
dedos, parece una bailarina, soy incapaz de mantener el pulso firme, a veces el
temblor asciende por el brazo hasta el cuerpo, tiemblo como cuando estamos
enfermos, como cuando sube la fiebre o cagamos líquido, enfermo sin estar
enfermo, es brujería, eso dice Edouard, que el enemigo usa conjuros contra
nosotros, malditos sean, pueden lanzar todo lo que quieran contra mi, nada les
funcionará porque soy un gran guerrero, y la magia del comandante es más
potente, le he visto hacer cosas inimaginables, en la batalla, justo antes de
que balas silben, él nos corta la piel con una fina cuchilla, nos frota las
heridas con medicina traída por el hombre blanco, mezclada con magia de
nuestros ancestros; funciona, mira mis cicatrices, te aseguro que funciona,
pero sólo con los más bravos, libera un demonio en nuestras tripas, te vuelve
loco, oyes cada animal del bosque, oyes hasta la respiración de tu enemigo,
escuchas el temblor de sus piernas, la piel se vuelve de metal, las balas
rebotan y no pueden matarte, la cabeza se nubla y la boca se queda seca, con
una sed extraña que no se sacia con agua, sólo con la sangre del enemigo,
algunos son capaces de convertir las piedras en bombas, otros, si la batalla se
recrudece, pueden transformarse en pájaro o en rata, pueden escapar volando o
corriendo si les superan en número, o si les capturan, así es la magia de los Mai Mai , por eso nos temen en el
mundo entero, por eso la gente agacha la mirada a nuestro paso, porque ése es
el poder del guerrero, Felicité, nuestro kalashnikov es nuestra paga, la vara
con la que gobernamos nuestra tierra, con la que cogemos lo que es nuestro, con
la que azotamos a aquellos que nos molestan o matamos a los que nos ofenden,
matar es fácil, mira, muy fácil, es tan sencillo como mover el cerrojo hacia
atrás y quitar el seguro, después apuntas, aprietas el gatillo y ya está, has
de coger con fuerza el rifle, apoyarlo bien sobre el hombro, por el retroceso,
bang, bang, la bala atraviesa el cuerpo como barro fresco y el prisionero se
desmorona como si estuviese hecho de arena, doblan las rodillas y dan un grito
sordo, normalmente no entienden bien lo que está pasando, si no les aciertas en
ningún punto vital a veces tienes que volver a disparar, a la cabeza o al
corazón, porque cuando se lamentan no es bueno, no debes mirarlos a la cara,
sobre todo la primera vez, corres el riesgo de que se te metan dentro de los
sesos y te visiten mil veces en tus sueños, noche tras noche, para cerciorarse
de que recuerdes su rostro; es
increíble como funciona el olvido, lo paciente que es, mi padre decía que actúa
como el agua contra la roca, con el tiempo a su favor, poco a poco, limando los
recuerdos, haciéndolos cachitos pequeños para poder robarlos con más facilidad,
cientos de pedazos pequeños imposibles de vigilar, imposibles de contabilizar,
imposibles de mantener a buen recaudo; es un bastardo, es un hijo de la gran
puta, las cosas que quieres olvidar, como los rostros de los enemigos muertos
son los que se quedan y al revés, las que darías tu brazo derecho por conservar
son las que un día se largan sin más, yo ya casi no me acuerdo del rostro de mi
padre, sus rasgos se han difuminado, se han mezclado con los de otros adultos,
no es que se lo merezca pero me gustaría recordar su cara, por si me lo cruzo
algún día, por si atacando algún poblado de repente surge pidiendo clemencia;
eso estaría bien, le sentaría frente a mis narices y le haría algunas
preguntas, no demasiadas, con el arma entre las manos, me gustaría
encontrármelo, ver su cara de miedo al comprobar el guerrero en el que me he
convertido; es curioso, sólo recuerdo sus ojos, tendré que estar atento, lo
cierto es que le diría que no me importa, que se fuera al infierno, que ahora
tengo otra familia, ahora os tengo a vosotros, a ti, a Edouard, al comandante,
a pesar de las miserias, a pesar de las batallas, a pesar de las enfermedades,
es mejor esto que estar solo, mejor esto que morirse de hambre o trabajar en
las minas, todo el día enterrado, muerto en vida, rebuscando entre la tierra
como un miserable roedor, además, ahora que soy un “kadogo”, sé que soy
respetado, ésa es una buena sensación, ya lo verás Felicité, cuando tengas tu
propia arma y puedas dar órdenes, cuando puedas obligar a un adulto a traerte
agua, o a darte sus pantalones, humillarles en público sólo por diversión, y si
se ponen chulos, ya sabes, bang, bang; el comandante dice que hay que hacerlo,
que nos deben temer más a nosotros que al enemigo, que así no confabularán en
nuestra contra; yo no sé que demonios es eso de confabular, pero debe ser malo,
y si de mi depende, mataré a todos antes de que puedan tan siquiera intentarlo,
uno detrás de otro, porque como sabes soy un patriota, soy un buen soldado, el
mejor soldado, por eso tengo derecho a ración doble de “bangui” y “kasese”, por eso el comandante siempre me
felicita tras la batalla, he matado a cientos y pronto serán miles, igual que
Rambo, estoy seguro que entre los enemigos ya suena mi nombre, Gedeón el
fuerte, Gedeón el destructor, sé que me odian, sé que me temen, y eso es bueno,
sólo es cuestión de tiempo que yo llegue a ser comandante, general incluso, te
conviene quedarte a mi lado, porque yo te protegeré, quizás con el tiempo hasta
me case contigo, a mi lado nadie te violará, nadie te azotará, conmigo estarás
segura Felicité, fuma “bangui”, bebe “kasese”, verás como te quita el hambre,
te quita el dolor, conmigo podrás volver a tu poblado, sin miedo, sin temor a
que te rechacen, porque en unos años tendré mil hombres bajo mi mando, y al que
te insulte le cortaré la lengua, ya verás, volveremos en coche, uno enorme para
ti y para mi, con cien guardaespaldas, porque tengo planes, muchos planes,
pronto comenzaré a hacer tratos con los hombres blancos, pagan bien, me harán
millonario, con el tiempo tendré mi propia mina de diamantes, mi propia mina de
coltán, a los blancos les vuelve loco el coltán, el sucio mineral con el que
hacen su magia, con el que funcionan sus máquinas; verás, ya verás, te compraré
bonitos vestidos de bellos colores, rojos, amarillos, verdes y azules,
estampados elegantes, te compraré collares de oro, anillos y pendientes, y
serás la envidia de todo el mundo, podrás pasear por el pueblo con la cabeza
bien alta, comeremos todos los días, carne, pan blando, todo lo que queramos,
recordaremos los años de miseria, de penurias en el bosque y nos reiremos hasta
perder el sentido, construiremos una gran casa, con un gran jardín central y
muchas chozas para invitados ilustres, de ladrillo, con camas, donde no
pasaremos ni frío ni calor, donde tendremos una gran televisión para poder ver
todas las veces que queramos las películas que más te gustan, incluso en las
que sale el mierda ése de Chuck Norris, nos temerán, nos respetarán y nos
envidiarán, por ese orden; si te apetece incluso viajaremos a América, seremos
vecinos de John Rambo y saldremos a cazar juntos, osos, cebras y leones, todo
eso si te quedas conmigo Felicité, todo eso si dejas de reírte, si te juntas a
mí, fíjate que sencillo, no desperdicies esta oportunidad, has de ser lista, no
te tienes que dejar confundir por mi tamaño, por mi estatura; pronto aprenderé
la magia del comandante, pronto podré hacer cosas extraordinarias, mira mis
cicatrices, una por cada batalla en la que he estado, son mis galones, es mi
futuro, un destino evidente, el resto aún no lo sabe, pero yo sí, porque lo vi
en sueños, un sueño enviado por mis antepasados, en el que aparecía un gorila
blanco, me señalaba con el dedo y pronunciaba mi nombre, me montaba sobre su
lomo plateado y cabalgábamos a través de la selva, desde su espalda veía a
hombres, mujeres y niños vagando entre la maleza, desnudos, desarmados,
caminaban tapándose sus vergüenzas, avergonzados y en silencio, eran como
fantasmas, alargados y huesudos, no proyectaban ninguna sombra sobre el suelo porque
no tenían alma, creí reconocer algunas caras, hombres vivos y muertos también,
me miraban y rompían su silencio suplicándome que los montara sobe el gorila,
pero yo no quería y la bestia los zarandeaba, los apartaba de su camino con sus
garras, los estampaba contra los árboles y los hacía trizas, pedacitos
pequeños, al rato no quedaba nadie y la bestia detenía su carrera, en un camino
al final del cual relucía una ciudad de oro con unos gigantes a las
puertas, me pedían que les enseñase la
manos y yo lo hacía, entonces en ése momento me daba cuenta de que mis manos
estaban manchadas de sangre e intentaba limpiármelas, pero era imposible,
estaban teñidas de un rojo intenso, fresco y farragoso, al ver la sangre, los
gigantes reían, me daban una palmadita en la espalda, me decían “eres un buen
chico, eres un buen kadogo”, me abrían las puertas de la ciudad dorada; ese es
mi sueño, ese es mi destino, se que es impresionante, pero has de ser discreta,
no debes contar esto ni a Edouard, ni al comandante, no quiero despertar sus
celos, no quiero que me miren con envidia, no quiero que en la próxima batalla
me disparen por la espalda, ahora hay que dejar que las cosas buenas lleguen,
dejar que nuestro futuro se cumpla, ahora sube el sonido de la radio, que me gusta
esta canción, fuma “bangui”, bebe “kasese”, acércate a mi lado, deja que se
cumpla nuestro destino, es sólo cuestión de tiempo.
J.Font.
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