
Cuenta la historia que a los hombres de “Calicó” Jack les capturaron con una caraja de espanto, dando tumbos sobre la cubierta de su barco pirata con una mano en el sable y otra en la botella de grog, maldiciendo en idiomas desconocidos con sus lenguas narcotizadas, cantando y aullando como piojos mientras el capitán Barnet les aliviaba el pedo a base de cañonazos y metralla.
Solo dos piratas anduvieron finos en la refriega, suficientemente sobrios como para decidir poner un precio alto a su pellejo, espalda contra espalda y con dos cojones, hasta que la ley les superó en número y les redujo, les cargó de cadenas y les guió a base de patadas en el culo hacia el patíbulo situado en Jamaica.
Sus nombres eran Anne Bony y Mary Read, a sus captores se les debió quedar cara de bobos cuando descubrieron las curvas que escondían sus fieras indumentarias, también a sus propios compañeros, que les creían varones, dado que en teoría y según las leyes de las tibias y las calaveras, enrolar a una mujer como bucanero era el peor de los crímenes, motivo suficiente como para circuncidar a la altura del cuello al imprudente capitán que osara incumplir la norma.
El caso es que el capitán “Calicó” Jack , se pasó las leyes británicas en general y las de la piratería en particular por el forro de los caprichos, y disfrutó de la compañía de sus muy profesionales amadas durante los años que anduvo por el caribe anglosajón aterrorizando a pescadores y buques mercantes, cuando por fin se encontró con la soga acariciando su nuca dijo algo así como:
-Desdichado aquel que encuentre mis innumerables tesoros, dado que no habrá barco alguno que encima pueda cargarlos todos.
A lo que su fiel Anne contestó:
-Si hubieras peleado como un hombre, ahora no tendrías que morir como un perro.
Al final, Anne y Mary no compartieron el mismo destino que los suyos, mientras que estos colgaron como chorizos secándose en fila a la entrada del puerto de “Spanish town” a modo de advertencia, las mujeres “apelaron a su barrigas” afirmando estar embarazadas, lo que anuló la condena a muerte al menos momentáneamente.
La jugada le sirvió de poco a Mary, ya que no sobrevivió a las duras condiciones de la prisión, pero si a su colega, Anne, que en buena medida gracias a la defensa de su padre fue liberada y readmitida en la sociedad, desapareciendo sin dejar rastro, algunos dicen que llegó a vieja, que tuvo hijos y nietos, nadie lo sabe con seguridad, probablemente como en las buenas historias de piratas haya mucho de leyenda y poco de verdad, pero éso es lo que tienen los bucaneros, que nunca te puedes llegar a fiar de ellos del todo.
Solo dos piratas anduvieron finos en la refriega, suficientemente sobrios como para decidir poner un precio alto a su pellejo, espalda contra espalda y con dos cojones, hasta que la ley les superó en número y les redujo, les cargó de cadenas y les guió a base de patadas en el culo hacia el patíbulo situado en Jamaica.
Sus nombres eran Anne Bony y Mary Read, a sus captores se les debió quedar cara de bobos cuando descubrieron las curvas que escondían sus fieras indumentarias, también a sus propios compañeros, que les creían varones, dado que en teoría y según las leyes de las tibias y las calaveras, enrolar a una mujer como bucanero era el peor de los crímenes, motivo suficiente como para circuncidar a la altura del cuello al imprudente capitán que osara incumplir la norma.
El caso es que el capitán “Calicó” Jack , se pasó las leyes británicas en general y las de la piratería en particular por el forro de los caprichos, y disfrutó de la compañía de sus muy profesionales amadas durante los años que anduvo por el caribe anglosajón aterrorizando a pescadores y buques mercantes, cuando por fin se encontró con la soga acariciando su nuca dijo algo así como:
-Desdichado aquel que encuentre mis innumerables tesoros, dado que no habrá barco alguno que encima pueda cargarlos todos.
A lo que su fiel Anne contestó:
-Si hubieras peleado como un hombre, ahora no tendrías que morir como un perro.
Al final, Anne y Mary no compartieron el mismo destino que los suyos, mientras que estos colgaron como chorizos secándose en fila a la entrada del puerto de “Spanish town” a modo de advertencia, las mujeres “apelaron a su barrigas” afirmando estar embarazadas, lo que anuló la condena a muerte al menos momentáneamente.
La jugada le sirvió de poco a Mary, ya que no sobrevivió a las duras condiciones de la prisión, pero si a su colega, Anne, que en buena medida gracias a la defensa de su padre fue liberada y readmitida en la sociedad, desapareciendo sin dejar rastro, algunos dicen que llegó a vieja, que tuvo hijos y nietos, nadie lo sabe con seguridad, probablemente como en las buenas historias de piratas haya mucho de leyenda y poco de verdad, pero éso es lo que tienen los bucaneros, que nunca te puedes llegar a fiar de ellos del todo.